viernes, 18 de agosto de 2017

¡Bienvenido a Psicologia en Práctica!

¡Bienvenido a Psicología en Práctica!

www.psicologiaenpractica.webnode.es

Porque hay momentos en las que las circunstancias nos sobrepasan y no sabemos como manejarlas.

 

No esperes a que se haga una bola de nieve mayor y entorpezca otros aspectos de tu vida, 

pide consejo-ayuda a un profesional que te pueda ayudar en unas sesiones a redirigir aquello en lo que notas que has perdido la objetividad y no sabes que hacer.

Las terapias son adaptadas a las necesidades  de cada problema y de la persona.

Aprende Técnicas para relacionarte con los demás y contigo mismo.

 

Puedes llamarme  o mandarme un mail con tu pregunta 

y estaré encantada de responderte.

 

El Copyright © Oficial ® Silvia Alvarez Ruiz

queda prohibido la reprodución parcial o total de los artículos de este blog

 

miércoles, 16 de agosto de 2017

Sobre mí

Soy  Licenciada en Psicología Clínica, Psicología Industrial y Educadora Infantil y Coaching Deportivo. Realizando proyectos de investigación y tesis doctoralen la UAM.
Con experiencia en consulta privada desde el 2003, en atención psicológica a niños, adolescentes y adultos, terapia de pareja y familias. Colaboración con la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) con el Teléfono del Menor, además de otras fundaciones como ANDE, con disminuidos psíquicos y físicos, así como en la Asociación de Enfermos de Parkinson de Alcorcón.
He sido la Coordinadora y Psicóloga del Servicio de Psicología y del Proyecto de Investigación de la Asociación 11M, tratando a los afectados por los atentados de 2004 en Madrid. Supervisora de casos clínicos en el Servicio de Psicología Aplicada de la UNED.
Psicóloga de la  Investigación “Jake mate al TDHA” (Fase I ).  Hospital Universitario Puerta de Hierro y Club de Ajedrez de Villalba. Presentación poster en el Congreso  Internacional de Psiquiatría XVI de Bilbao.
Coordinadora y psicóloga en centro de adicciones.
Servicios Pedagógicos en colaboración con  la Comunidad de Madrid: Autora de la Guía de orientación familiar “La pareja ante la Separación y/o Divorcio”.
Asesora y Colaboradora con el programa de TV “La hora de tu bebe” de Popular TV, grupo COPE.
Colaboración con la escuela de Policía local de Madrid para pasar pruebas psicotécnicas en los exámenes de acceso al cuerpo de Policía.
Formación en EMDR, técnicas de integración cerebral TICS y técnicas energéticas EFT aplicadas en terapia y psicología cognitiva-conductual, trastornos de la conducta alimentaria, intervención psicológica en la vejez y también es experta en maltrato infantil y en síndrome de hiperactividad.
Tengo amplia formación y experiencia en importantes entidades y asociaciones, en  atención especializada a niños y adolescentes, en centros infantiles y escuelas aplicando tratamientos para necesidades especiales, evaluación y asesoramiento de profesores y padres, así como en el  terreno de la docencia impartiendo talleres y cursos.


Puedes ponerte en contacto conmigo: alvarezsar@cop.es

Silvia Alvarez Ruiz

lunes, 30 de enero de 2017

Superar una ruptura

Para superar una ruptura, cambia tu mentalidad

Cuando se rompe una pareja, el proceso de separación no suele ser agradable. Sin embargo, algunas personas son capaces de mejorar su imagen y seguir adelante, mientras que otras rumian durante meses y años tras una ruptura, de manera que perjudican sus posibilidades de encontrar con éxito nuevas relaciones. ¿Qué marca la diferencia? El cambio de mentalidad.
Tras una ruptura amorosa puede que te sientas herido, enfadado, traicionado o asustado ante la idea de estar solo. Es posible que incluso te obsesiones con tu ex pareja y sientas celos de la persona con la que está saliendo ahora. Puede que incluso te sientas inadecuado, poco atractivo y que no eres digno de amor.
Esto, que suena tan triste y patético, es algo normal. De hecho, las investigaciones muestran que las rupturas nos llevan a vernos a nosotros mismos y a los demás de forma más negativa. También hace más improbable que empecemos una nueva relación y, de conseguirlo, aumenta las posibilidades de que sea una relación poco saludable.

Cambiar de mentalidad para superar una ruptura

Un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford analizó los efectos de nuestras historias personales en relación con la ruptura sentimental y su relación con el malestar psicológico y nuestra capacidad de ajustarnos a la situación.

TristezaDespués de una ruptura, la mayoría de las personas tratan de dar sentido a lo ocurrido preguntándose por qué sucedió, si fue por su culpa o qué posibilidades tienen en el futuro de encontrar un nuevo amor. La manera de responder a estas preguntas pueden ayudarnos a hacer frente a la situación o volvernos más vulnerables frente al daño psicológico.


Según los investigadores, miramos a otras personas como fuentes de información sobre nosotros mismos. Por lo tanto, el rechazo de alguien que creemos que nos conoce bien puede ser particularmente devastador.
Sin embargo, las personas tienen diferentes puntos de vista acerca de lo mucho que podemos crecer y cambiar. Las personas que ven su personalidad y atributos como algo fijo e inmutable, es decir, de mentalidad fija, son más propensas a atribuir la ruptura a los aspectos negativos de sí mismos. Las historias que nos contamos sobre la ruptura ponen de relieve nuestras propias deficiencias.

Por otro lado, las personas que ven sus rasgos de personalidad como algo cambiante y tienen una mentalidad de crecimiento tienden a crear historias menos perjudiciales sobre la ruptura. Así, pueden ser más capaces de verla como una oportunidad de crecimiento y esperar a tener una relación mejor en la siguiente oportunidad.

En varios estudios, los investigadores encontraron que los participantes con mentalidad fija eran más propensos a atribuir la ruptura a sus personalidades tóxicas y a unos atributos negativos que seguirían siendo un problema en las relaciones futuras.

Qué hacer para cambiar de mentalidad y superar una ruptura

Para superar una ruptura de manera saludable es importante cambiar de actitud y evolucionar hacia una mentalidad de crecimiento. Para realizar el cambio puedes hacer lo siguiente:

Analiza honestamente  las razones de la ruptura, pero sin asumir innecesariamente más culpa de la que te corresponda

En todo tipo de relaciones todas las personas implicadas tienen parte de responsabilidad en los problemas que surjan. En las relaciones de pareja ocurre lo mismo. Asume tu parte de culpa, pero huye del victimismo.
Cargar con más responsabilidad de la que te toca no te hará bien y no solucionará nada, más bien perjudicará la imagen que tienes de ti mismo y dificultará tu posibilidad de mantener relaciones saludables en el futuro.

Busca que defectos personales desencadenaron el problema

Hay muchos factores personales que pueden desencadenar un conflicto de pareja que acabe con la ruptura. Algunos son transitorios, otras veces el problema llega por cuestiones externas. Lo importante es saber qué falló y en qué medida eso se puede evitar o cambiar en el futuro. Muchas veces las circunstancias no favorecen las relaciones.

La ruptura es una experiencia común

A pesar del dolor que sientas por la ruptura, recuerda que no eres el único que ha terminado una relación sentimental. No eres el único al que han dejado o engañado o el único que ha tenido que romper con su pareja. Por mucho dolor que sientas, tú también lo puedes superar, como han hecho tantas y tantas personas.

Busca algo positivo que aprender de la experiencia

Tras una ruptura aprendes muchas cosas. Pero no te dejes llevar solo por lo negativo. Esa relación te ha ofrecido muchas cosas buenas. No te centres solo en lo negativo. De lo negativo puedes aprender también en términos de buscar soluciones. Pero si te centras solo en eso te invadirá el pesimismo y el miedo, lo que dificultará tus relaciones futuras.
Una pareja evoluciona cuando apuesta por un crecimiento conscienteCon independencia de la forma en la que haya producido, después de una ruptura siempre queda esperanza. Ya no de recuperar la relación, sino de no darte por perdido a ti en ese final amargo. En la vida hay ciclos y el amor no deja de ser uno de ellos de manera que, anclarte en él cuando la relación se ha acabado, solo va a aumentar tu sensación de ahogo. Como diría la entrañable Dory: sigue nadando, sigue nadando…

Fuente:
Eva Maria Rodríguez

lunes, 23 de enero de 2017

Ser emocionalmente inteligente

Nueve hábitos de las personas emocionalmente inteligentes

Cuando se presentó la idea de inteligencia emocional por primera vez a las masas, hizo las veces de eslabón perdido de un descubrimiento peculiar: las personas con un coeficiente intelectual promedio conseguían mejores resultados que aquellas con coeficientes más altos en un 70% de las ocasiones. Esta anomalía puso en entredicho lo que mucha gente siempre había asumido como el único indicador de éxito: el coeficiente intelectual. Los resultados de décadas de investigación sugieren que la inteligencia emocional es el factor crítico que diferencia a los que mejores resultados obtienen de los demás.

¿Cuánto impacto tiene la inteligencia emocional en el éxito profesional? La respuesta corta es: ¡mucho! Es un modo de canalizar la energía en una dirección determinada con un resultado extraordinario. De todas las personas a las que hemos estudiado, el 90% de los que mejores resultados obtuvieron tenían un nivel elevado de inteligencia emocional. También se pueden obtener buenos resultados sin inteligencia emocional, pero hay menos posibilidades.

La inteligencia emocional es ese algo intangible que tenemos todos. Afecta a la manera de gestionar la conducta, de pasar por las complejidades sociales y de tomar decisiones personales que consigan resultados positivos. La inteligencia emocional se compone de cuatro aptitudes que van ligadas a dos competencias primarias: la competencia personal y la competencia social.

La competencia personal comprende las aptitudes de la conciencia de uno mismo y de la gestión de las emociones propias; ambas se centran más en el individuo que en las interacciones con los demás. La competencia personal es la capacidad de ser consciente de las emociones propias y de gestionar las conductas y las tendencias propias.
- La autoconciencia es la capacidad de percibir las emociones propias de manera adecuada y de ser consciente de ellas a medida que aparecen.
- La autogestión es la capacidad de ser consciente de las emociones propias para mantenerse flexible y dirigir la conducta propia de manera positiva.

La competencia social se compone de la conciencia social y de las aptitudes de gestión de relaciones; la competencia social es la capacidad para entender el comportamiento, la motivación y el estado de ánimo de los demás para responder de forma eficaz y mejorar la calidad de las relaciones sociales.
- La conciencia social es la capacidad de percibir las emociones de los demás y entender lo que les sucede.
- La gestión de relaciones es la capacidad de utilizar la conciencia de las emociones propias y de las ajenas para gestionar las interacciones sociales.
A pesar de la importancia de la inteligencia emocional, su naturaleza intangible hace que sea muy difícil saber qué conductas son las que se deben imitar. Así que he analizado los datos de más de un millón de personas a las que TalentSmart ha realizado pruebas para identificar los hábitos de las personas con un alto nivel de inteligencia emocional.

1. Son incansablemente positivas. Basta con ver las noticias unos minutos para darse cuenta de que estamos sumidos en un ciclo sin fin de guerras, violencia, economías frágiles, empresas que quiebran y desastres medioambientales. Es fácil pensar que el mundo está abocado al fracaso. Y, quién sabe, quizá lo esté. Pero las personas emocionalmente inteligentes no se preocupan por eso y no se quedan estancadas en las cosas que escapan a su control. Concentran sus energías en las dos cosas que dependen enteramente de ellas: su atención y su esfuerzo. Existen muchos estudios que demuestran que los optimistas están más sanos -física y psicológicamente- que los pesimistas. Y que rinden mejor en el trabajo. Recuerda esto la próxima vez que se te llene la cabeza de pensamientos negativos.

2. Tienen un vocabulario emocional muy sólido. Todo el mundo tiene emociones, pero solo unos pocos pueden identificarlas cuando tienen lugar. Nuestros estudios indican que solo el 36% de las personas son capaces de hacerlo, lo que supone un problema, porque las emociones no identificadas suelen llevar a malentendidos, lo que suele provocar la toma de decisiones irracionales y la realización de acciones contraproducentes. Las personas emocionalmente inteligentes dominan sus emociones porque las comprenden y, para ello, utilizan un vocabulario emocional muy amplio. Mientras que muchas personas simplemente dicen que se sienten "mal", las personas emocionalmente inteligentes pueden distinguir si se sienten "irritables", "frustradas", "pisoteadas" o "con ansiedad". Cuanto más específicas sean las palabras, mejor se comprende un sentimiento, lo que lo ha provocado y lo que se debería hacer al respecto.

3. Son asertivas. Las personas con mucha inteligencia emocional suelen tener buenos modales, empatía, amabilidad y la capacidad para mantenerse firmes y establecer límites. Esta discreta combinación es ideal para gestionar conflictos. La mayoría de la gente responde a los conflictos con un comportamiento pasivoagresivo, pero las personas emocionalmente inteligentes mantienen el equilibrio y son asertivas, por lo tanto, intentan evitar las reacciones emocionales impulsivas, cosa que les permite neutralizar a las personas tóxicas y difíciles sin crearse enemigos.

4. Sienten curiosidad por otras personas. Independientemente de si son extrovertidas o introvertidas, las personas emocionalmente inteligentes sienten curiosidad por los que les rodean. Esta curiosidad es producto de la empatía, una de las vías que llevan a la inteligencia emocional. Cuanto más te preocupes por los demás y por cómo lo están pasando, más curiosidad te inspirarán.

5. Perdonan, pero no olvidan El lema de las personas emocionalmente inteligentes es "si me engañas una vez, es culpa tuya; si me engañas dos, es culpa mía". Perdonan para evitar confrontaciones, pero nunca olvidan. Las emociones negativas que conlleva guardarle rencor a alguien son, en realidad, una respuesta al estrés. Ese estrés puede ser muy perjudicial para la salud, y las personas emocionalmente inteligentes saben evitarlo a toda costa. Sin embargo, ofrecerse a perdonar no significa reconocer la culpa. Las personas emocionalmente inteligentes no se dejan achantar si los demás las tratan mal, pero tampoco se ensañan, son asertivas y se protegen de las posibles situaciones dañinas del futuro.

6. No dejan que nadie limite su alegría. Cuando la sensación de placer y de satisfacción dependen de que te compares con los demás, ya no eres el autor de tu propia felicidad. Cuando las personas emocionalmente inteligentes se sienten bien por algo que han hecho, no permiten que las opiniones o los logros de los demás se lo arrebaten. Aunque es imposible desactivar las reacciones a lo que piensan los demás, no tienes que compararte con nadie y siempre debes tomarte las opiniones ajenas con reservas. De esta manera, sin importar lo que la gente piense o haga, la autoaceptación depende de ti. Independientemente de lo que la gente piense de ti en un momento concreto, una cosa está clara: nunca serás tan bueno ni tan malo como dicen que eres.

7. Le dan un toque divertido a todo. Las personas emocionalmente inteligentes saben exactamente qué es lo que las hace felices, y siempre se esfuerzan por ponerle esa alegría a todo lo que hacen. Convierten las tareas monótonas en juegos, intentan por todos los medios hacer felices a las personas que les importan y se toman descansos para disfrutar de las cosas que les gustan por muy ocupadas que estén. Saben que si le dan ese toque divertido a la vida, reducen el estrés y crean una resiliencia duradera.

8. No se ofenden con facilidad. Cuando sabes quién eres es difícil que alguien haga o diga algo que te saque de quicio. Las personas emocionalmente inteligentes y seguras de sí mismas tienen la mente abierta, lo que significa que son mucho más fuertes.

9. Evitan los monólogos pesimistas sobre sí mismas. Para desarrollar la inteligencia emocional, es muy importante dejar de hablar de uno mismo desde un punto de vista pesimista. Cuantas más vueltas des a los pensamientos negativos, más poder les concedes. La mayoría de nuestros pensamientos negativos no son más que eso, pensamientos; no son hechos. Puedes parar el tren de pensamientos negativos y pesimistas escribiéndolos. Cuando te hayas tomado un momento para reducir el impulso negativo de tus pensamientos, serás más racional y estarás más lúcido para evaluar su veracidad. Puedes estar seguro de que las cosas que se te pasan por la cabeza no son ciertas siempre que sean afirmaciones que contengan las palabras "nunca", "peor" o "siempre". Si te sigue pareciendo que tus pensamientos son hechos verídicos una vez sobre el papel, enséñaselos a un amigo y pregúntale si está de acuerdo contigo. En ese momento, la verdad saldrá a la luz.

En resumen
A diferencia del coeficiente intelectual, la inteligencia emocional es maleable. Si entrenas el cerebro mediante la práctica de conductas emocionalmente inteligentes, acabarán convirtiéndose en hábitos. Antes de que te des cuenta, empezarás a responder a los estímulos de tu entorno con inteligencia emocional sin tener que proponértelo. Y, como el cerebro fomenta el uso de las nuevas conductas, las conexiones que sustentaban las conductas destructivas acabarán desapareciendo.

Fuente:
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.
 

lunes, 16 de enero de 2017

La autoestima infantil

12 maneras de fomentar la autoestima infantil

Estamos tan obsesionados por crear la burbuja del bienestar adulto que se nos ha olvidado la importancia de sembrar la autoestima infantil. Es muy importante que nuestros pequeños crezcan en un mundo de adultos equilibrados, pues será lo mejor que les podamos transmitir. Sin embargo, si nos paramos a pensar sobre esto, no nos costará mucho darnos cuenta de que hacemos que nuestras carencias sean visibles.

Así es que los niños, como los animales, perciben nuestros miedos e inseguridades y las hacen suyas con gran facilidad. Ante este panorama, lo cierto es que debemos de esforzarnos porque esto ocurra en menor medida. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?

En primer lugar teniendo en cuenta que somos el mejor ejemplo a seguir para los niños, por lo que debemos fomentar nuestro autocuidado. En segundo lugar con nuestra forma de actuar y de tratarles, así como en los valores que les inculcamos, es decir, en cómo los educamos.

No queremos niños que tengan que ser perfectos porque no queremos cultivar la soberbia; queremos niños que se quieran y confíen en sí mismos y en su potencial. A continuación os damos 12 claves que no fallarán para fomentar la autoestima infantil:

1Es importantísimo tenerlos en cuenta y dedicarles nuestro tiempo de manera exclusiva

Mujer caminando con hijo por el campoDebemos considerar lo que el niño nos solicita y nos reclama. Además, si estamos paseando con ellos no deberíamos de ir mirando nuestro teléfono móvil, pues el niño nos dedicará miradas y momentos que nos perderemos. Por lo tanto, para fomentar la autoestima infantil tenemos que tener en cuenta a los niños, además de dedicarles parte de nuestro tiempo.

2Corrige sus errores pero desde el cariño

Sin gritos y con paciencia, el niño es una esponja que absorberá lo bueno y lo malo. Hazle entender que aprendéis juntos y que el intercambio es mutuo.

3-Fomenta su autonomía dándoles responsabilidades

Déjales tomar pequeñas decisiones en cuanto a sus relaciones o hábitos diarios. Por ejemplo, pueden cocinar contigo o preparase ellos su almuerzo, ayudarte a secar y recoger los platos, poner la mesa, elegir la ropa que se quieren poner…

4-No les compares

Otra clave para fomentar la autoestima infantil es que no les compares, ni con sus hermanos ni con sus amigos. No compares a un niño con nadie, y tampoco lo hagas con adulto. Nadie es mejor ni peor que nadie, todos somos diferentes.

5No le etiquetes como “torpe”, “malo”, “tonto”

Esto no ayuda para nada a crecer con un autoestima saludable. Cuando el niño haga algo mal hay muchas maneras de decírselo: no está bien que pegues a tus hermanos, no tienes que romper los juguetes o tenemos que trabajar bien las mates.

6-Tampoco lo hagas como “listo” “bueno” o “inteligente”

El niño no comprenderá en qué se fundamenta que te refieras a él de esa forma. En su caso, puedes decirle: qué bien has hecho las tareas, qué bien has recogido o me encanta verte pintar. Es decir, juzga sus comportamientos pero no al niño.

7-Establece unos límites claros y sé consistente con ellos

Es decir, si no recoges tus juguetes no iremos al parque; el niño querrá negociar esto pero no valen medias tintas, si le has puesto una condición razonable tienes que hacerla valer, pues de lo contrario no se lo tomará en serio. Firmeza.

8-Valora el esfuerzo, no los resultados

No te centres en si ha sacado un sobresaliente o un aprobado, lo importante es que el niño haya sido constante y se haya esforzado, refuerza esto. Para fomentar la autoestima infantil es muy importante valorar su esfuerzo.

9-No exageres tus halagos y sé concreto

Esto es, dile lo que ha hecho bien y porqué te ha gustado para que el niño sepa lo que te agrada. Has recogido muy bien tus coches de juguete y los peluches es sustancialmente diferente a Eres muy ordenado.
Es importante que comentes con otras personas ante el niño sus logros y su esfuerzo, pues le hará sentir útil e importante.

10-Valida sus emociones

Si el niño llora es probable que se haya hecho daño, dale la importancia que tiene. Evita decirle: ¡No pasa nada! Sí que pasa, algo le hace sentir mal y es importante que le demos la relevancia pertinente.

11-No le sobreprotejas, fomentarás la inseguridad y la dependencia

No hagas guardia y los vigiles a cada rato, pues generarás niños burbuja. Los niños no se rompen y necesitan una dinámica que les genere oportunidades para desarrollarse de forma constante, no para estancarse.

12-Reserva momentos para cada uno de los niños que tengas alrededor

Intenta buscar un espacio individual para cada uno, pues el hecho de ser importantes y protagonistas durante unos minutos o unas horas es muy reforzante para ellos. Haciéndolo les muestras que para ti es clave dedicaros el uno al otro de vez en cuando, importándote cómo se siente y buscando generar novedosos intercambios.
Raquel Aldana

lunes, 2 de enero de 2017

Niños dificiles

Detrás de un niño difícil hay una emoción que no sabe expresar

Son muchos los padres y las madres que se quejan de que su niño es muy difícil, que siempre le ronda una emoción cargada de rabia que desahoga de forma inapropiada. Con rabietas, malas palabras o con sutiles actos de desobediencia.

Hemos de tener claro que ningún niño es igual a otro, y que ninguno de nosotros podemos saber tampoco qué tipo de necesidades pueden tener esas criaturas que acabamos de traer al mundo y para las cuales, deseamos todo lo mejor.
La emoción es la fuente de energía humana, es la llave que debe guiar a los niños, primero para entenderse a sí mismos, y para después, entender al mundo.

Los niños difíciles y la emoción contenida

Los niños difíciles suelen a su vez generar muchas veces un nivel de estrés muy elevado en los padres, rozando en algunos casos la indefensión. No es un tema sencillo de abordar, y de hecho, no siempre nos valen los libros, ni si quiera la experiencia que tengamos con otro de nuestros hijos o las recomendaciones de algunos padres.

niña jugando conteniendo su emocionTu hijo, el niño difícil, es único, especial e irrepetible. Y si hay algo que necesitan siempre es comprensión. La mayoría de las veces son niños con altas demandas encerrados en sus “palacios internos”, en espacios herméticos donde no encuentran puertas mediante las cuales, expresar esa emoción contenida. Esa necesidad.

Pongamos un ejemplo. Piensa en ese niño que ha tenido un mal día en el colegio, llega a casa y cuando sus padres le preguntan qué ha ocurrido, éste responde de mala manera. Ante esto, los padres deciden castigarlo en su habitación toda la tarde. ¿Qué hemos ganado con esto? ¿Hemos solucionado el problema? En absoluto.

La emoción bloqueada es una espina rodeada por un muro de piedras. Si levantamos más muros la espina quedará aún más escondida, así pues, el primer paso será ir retirando cada piedra de esa pared a través de la comunicación y el afecto.

¿Cómo son los niños difíciles?

Si el niño difícil nos pone muros, no levantes nuevas ciudadelas a su alrededor, no lo aísles, no lo descuides, no lo dejes solo. Todos tenemos claro que el proceso para llegar hasta ellos es complejo, no obstante, debes tener en cuenta estos aspectos previos:
    Pedagogía de María Montessori para descubrir el mundo con alegría
  • Un niño difícil no siempre es consecuencia de una mala crianza. No debes culpabilizar a nadie.
  • Hay niños con altas demandas que piden muchísimo más que el resto, es su personalidad, su forma de ser y ello no quiere decir que nosotros, como padres, hayamos hecho algo mal.
  • Un niño que demanda y no recibe lo que busca o que no sabe expresarlo, acaba frustrándose. Son muchas las veces que ellos mismos se ven sobrecargados por un sinfín de emociones: esa rabia que a oscila con tristeza, otras con hastío, a veces con enfados…
  • Los niños difíciles requieren un mayor nivel de atención, comprensión, apoyo e incluso creatividad por parte de los padres.

Debemos ser artífices de sus mundos, unos mundos seguros donde se sientan cómodos para expresar esa emoción contenida que les permita conocerse, desahogarse, sentirse más libres y seguros para avanzar por cada uno de los escenarios que definen al niño a lo largo de su ciclo vital.

Como ayudar al niño difícil a canalizar sus emociones

Ya sabemos que el niño difícil demanda ante todo nuestra atención y cada una de las estrategias que podamos darle de forma creativa, para atender sus necesidades. Para ayudarle a gestionar todo ese mundo emocional que en ocasiones lo desborda y lo bloquea.
Recuerda siempre que la Inteligencia Emocional no es un rasgo, es una habilidad y por tanto como padres, como madres, es nuestro deber trasmitir a nuestros niños estas estrategias, este aprendizaje.
Toma nota de qué pasos deberíamos seguir para educar a los niños difíciles en este campo, en esa dimensión donde canalizar, donde dar forma y expresar esa emoción contenida.

Si al poder del refuerzo positivo

Si a un niño difícil le recriminamos sus errores, si lo infravaloramos, o lo reprendemos por sus reacciones, generaremos aún más rabia y más ansiedad. Recuerda siempre que este tipo de niños, en el fondo, son muy frágiles y disponen de una baja autoestima.
  • Usa verbalizaciones tan simples como: “yo confío en ti”, “yo sé que vas a poder con esto”, “yo sé que eres especial”, “yo sé que eres un niño valiente y por eso te quiero”…
Una palabra positiva genera una emoción positiva, y una emoción positiva genera confianza.

Sí a la comunicación que no juzga, que no compara ni sentencia

Hay padres y madres que cometen el error de comparar al niño difícil con sus hermanos, o con otros niños. No es lo adecuado. Al igual que es un error iniciar un diálogo que ya implica determinadas sentencias: “como, tú eres vago, tú nunca escuchas, tu siempre te portas mal…” Evita este tipo de comunicación y sigue siempre estas pautas:
  • No sondees, no interrogues. Descubre cuál es el momento en que el niño se siente más cómodo para hablar.
  • Dale confianza, cercanía y comprensión. Cuida mucho el tono de tu voz, es algo básico para conectar con los niños.
  • La comunicación debe ser diaria y continuada.
  • Nunca te rías o ironices de lo que te digan tus hijos. Para ellos es importante, y si encuentran esa falta de empatía por tu parte evitarán sincerarse contigo.

Sí a propiciar un equilibrio interno en el niño


    niño descansando y aliviando su emocion (2)
  • Enséñale que cada emoción puede trasformarse en una palabra, que la rabia tiene forma, que la tristeza se puede compartir para aliviarla, que llorar no es malo y que tú siempre estarás ahí para escucharles.
  • Enséñale a respirar, a relajarse, a canalizar sus emociones a través de determinadas actividades con las que desahogarse y distraerse…
  • Enséñale a aceptar la frustración a que el mundo no puede ser siempre como ellos quieren.
  • Enséñales a escuchar y a hablar con asertividad. Diles que su voz siempre va a ser escuchada, que todo lo que diga es importante para ti…
  • Enséñales a tener responsabilidades, a valerse por sí mismos en cada paso y decisión que dan…
Fuente:
Valeria Sabater

viernes, 30 de diciembre de 2016

El método científico para tomar decisiones

La terapia de solución de problemas: el método científico para tomar decisiones

¡Ay, los problemas, los malditos problemas! Llevan toda la vida quebrándonos la cabeza. Desde los que nos ponían en el colegio para que aprendiéramos matemáticas hasta los que nos encontramos en nuestro día a día. Lo bueno es que, antes de hacer frente a los primeros, teníamos unos profesores que nos enseñaban el procedimiento para poder solucionarlos.

Pero, ¿qué podemos hacer para afrontar los de la vida real? Estos carecen de fórmulas establecidas que den siempre un resultado concreto, ¿verdad? ¡No desesperemos! Aunque no haya un método exacto que nos diga que si hacemos una cosa va a tener una determinada consecuencia, sí que podemos guiarnos mediante la técnica de solución de problemas, que nos va a ayudar a tomar la decisión más adecuada.

¿Qué es la terapia de solución de problemas?

Los conflictos forman parte de la vida y todos los sufrimos. Los seres humanos somos por naturaleza solucionadores de problemas, aunque algunos llevan mejor esta “naturaleza” que otros. ¿Esto qué nos sugiere? Que es una habilidad que se puede entrenar. Por ello, D’Zurilla y Golfried idearon la terapia de solución de problemas en 1971.

Esta técnica nos va a facilitar la labor de identificar los problemas, el generar distintas alternativas de solución y la selección de la respuesta que pueda ser más eficaz entre las propuestas elaboradas. De esta forma, contaremos con una herramienta más para controlar las emociones negativas que pueden surgir ante diferentes obstáculos.
Mujer pensando
Para ello, se debe seguir un método compuesto por cinco fases que explicaré más detalladamente a continuación. El procedimiento es largo, pero merece la pena ponerlo en marcha para situaciones problemáticas importantes. Los pasos a seguir son:
  • Orientación hacia el problema.
  • Definición y formulación del problema.
  • Generación de soluciones alternativas.
  • Toma de decisiones.
  • Ejecución y verificación.

Fase 1: orientación hacia el problema

puertasEl primer paso que hay que dar antes de intentar solucionar un problema es adoptar una actitud positiva hacia el conflicto y hacia las habilidades que poseemos para hacerle frente de forma exitosa. Debemos fomentar las creencias de autoeficacia, asumiendo que podemos llegar a resolver el problema e identificando aquellos lastres con los que partimos, como la falta de seguridad en nosotros mismos.
Por otro lado, es importante cambiar la visión que tenemos sobre el problema. En lugar de pensar negativamente sobre él, lo que nos va a dificultar encontrar una solución, tenemos que percibirlo como un reto que nos va a ayudar a crecer personalmente, haciendo que nuestras habilidades mejoren.

Además de todo esto, tenemos que ser capaces de parar y pensar antes de actuar para poder completar esta primera fase del proceso. Esto es así ya que, si actuamos de forma impulsiva, cometeremos errores al tratar de resolver el problema.

Fase 2: definición y formulación del problema

Una vez que hemos asumido que existen problemas y que podemos encontrarles soluciones adecuadas, pasaremos a la siguiente fase. En esta trataremos de definir y formular adecuadamente el conflicto. Esto es muy importante, ya que una vez que tengamos claro cuál es el reto de forma concreta, habremos recorrido una buena parte del camino.

Así, una buena idea es empezar recopilando la información relevante, describiéndola en términos concretos, específicos y relevantes. Es muy importante que nos basemos en los hechos objetivos, es decir, en cómo quedarían retratados por una cámara de vídeo, que no puede grabar nuestros pensamientos, sino solo lo que pasa, al margen de nuestras valoraciones.

También es necesario identificar por qué esa situación que se ha dado es un conflicto. Además, hay que reevaluar el significado de este para el bienestar personal y social. Por último, debemos tomar conciencia de que no todos los problemas son resolubles y, los que lo son, implican grados diversos de dificultad. Tenemos establecer una meta realista de solución. Podemos incluso descomponer un problema que sea más complejo en distintos “subproblemas” cuya solución sea más fácil de llevar a cabo.

Fase 3: generación de soluciones alternativas

Cuando hemos conseguido llevar a cabo los dos pasos anteriores y sabemos cuál es el problema exacto al que nos enfrentamos, llega el momento de generar tantas soluciones alternativas como sea posible. Esto nos va a resultar difícil, ya que estamos habituados a responder de forma automática ante las situaciones conflictivas, pero hay que dedicarle tiempo a trabajar en ello: tanto como primera tarea como pensando mientras hacemos otra tarea. De hecho, se ha demostrado que distraernos nos ayuda a encontrar soluciones más creativas.

Cuantas más soluciones alternativas produzcamos, más ideas estarán disponibles y tendremos más probabilidades de encontrar la mejor respuesta a nuestro conflicto. También seremos capaces así de encontrar ideas de mejor calidad. Es importante recordar que en esta fase no evaluamos la calidad de las soluciones, ya que el juicio inhibe la imaginación, por lo que las valoraremos en el siguiente punto.

Fase 4: Toma de decisiones

Ahora ha llegado el momento de comparar y juzgar las distintas alternativas que hemos generado en el paso anterior. En base a la evaluación que hagamos, seleccionaremos la o las mejores para ponerlas en práctica respecto al problema que tenemos.
¿Cómo vamos a hacer esto? Pues en cada solución propuesta, indicaremos los costes y beneficios a corto y largo plazo para seleccionar la solución o conjunto de soluciones que creamos que nos ayudarán a conseguir los resultados esperados. Para ello, nos basaremos en cuatro criterios:
  • Resolución del problema: probabilidad de alcanzar la solución.
  • Bienestar emocional: calidad del resultado emocional esperado.
  • Tiempo/esfuerzo: el cálculo de la cantidad de tiempo y esfuerzo que creemos que requiere.
  • Bienestar personal y social en conjunto: razón coste/beneficio esperado total.
Con los resultados que obtengamos debemos ver si el problema es resoluble, si necesito más información antes de poder poner en marcha una alternativa y cuál debería elegir. Si no fuera así, tendríamos que volver a las fases previas del proceso para poder llegar a conseguir una solución satisfactoria.

Fase 5: Ejecución y verificación

Chica sonriendo con un girasol en la caraUna vez que hemos elegido la solución adecuada, ¿qué queda por hacer? ¡Ponerla en práctica! Solo así sabremos si es la alternativa adecuada para superar la situación problemática. Una vez que la ejecutemos, tenemos que observarnos de forma objetiva y comparar el resultado obtenido con el predicho. Si encontramos que no es el esperado, debemos buscar el origen de esta discrepancia para poder corregirla.
Finamente, cuando resolvemos un problema complicado solemos olvidarnos de hacer algo tan importante como premiarnos. Hay personas que se pasan la vida de angustia en angustia y cuando no tienen ninguna la anticipan. Hacer esto es sin duda una de las mejores formas de terminar sepultados bajo la piedra del estrés.
Lo importante de todo esto está en que tenemos que dejar de darle vueltas a los problemas en la cabeza, buscando soluciones pero sin poner en marcha ninguna, lo cual nos va a generar un grado elevado de malestar o incluso llevarnos a padecer trastornos de ansiedad o depresión.
Tenemos que arriesgarnos y tomar una decisión, dar un paso al frente. ¡No pasa nada por equivocarnos! ¿Quién es perfecto? ¡Nadie! Por lo tanto, es mejor tomar una decisión errónea, que quedarnos pensando y pensando sin hacer nada. Ahora que ya sabéis cómo, os invito a encontrar la solución a los retos que se os presenten.
Fuente:
Laura Reguera Carretero

lunes, 26 de diciembre de 2016

Dejar de sentir ...

Cuando nuestro cerebro elige no sentir para no sufrir

El sufrimiento no es una elección personal, nadie elige el dolor o el aislamiento emocional por propia voluntad. Ahora bien, no existe ninguna anestesia para no sufrir, las épocas oscuras deben afrontarse con entereza, valentía e ilusiones renovadas.

La vida no siempre es fácil. Esta frase nos la suelen decir muy a menudo, y quien hasta el momento ha tenido la suerte de no ser “tocado” por la adversidad, no comprende aún el realismo de estas palabras.
Vivir es afrontar retos, construir uno, dos, seis o más proyectos, es permitir que la felicidad abrace nuestras vidas, y aceptar que, de vez en cuando, el sufrimiento llamará a nuestra puerta para ponernos a prueba.
Y no, no todos asumimos esos golpes que nos trae la vida de igual modo. Hay quien afronta mejor las decepciones y quien por su parte, las interioriza permitiendo que minen su autoestima.
Ninguna tristeza se vive de igual manera, al igual que ninguna depresión tiene el mismo origen, ni se vive igual en todas las personas.
No obstante, existe un síntoma muy común que, de algún modo, todos habremos experimentado alguna vez: la anhedonia, la incapacidad para sentir placer y disfrutar de las cosas. Cuando experimentamos anhedonia nuestro cerebro, por así decirlo, “decide desconectar”, no sentir para no sufrir, aislarse, quedar anestesiado.

Puede que lo hayas sentido durante unos días, cuando te atrapa la apatía y el desánimo. Ahora bien… ¿qué ocurre cuando se vuelve crónico? ¿Qué pasa cuando dejamos de “sentir la vida” por completo de forma crónica? Hoy queremos tratar este tema para ofrecerte estrategias para ayudarte y ahondar en este aspecto tan importante.

La anhedonia, cuando perdemos el placer de vivir

no sentir para no sufrirTal y como te hemos indicado al inicio, no existe ninguna anestesia adecuada para el dolor de la vida. Cuando la anhedonia aparece en nuestro cerebro a modo de mecanismo de defensa, no está causándonos ningún bien. Al contrario.

Empezaremos aclarando algunos aspectos:
  • La anhedonia no es una enfermedad ni un trastorno: es un síntoma de algún proceso emocional o de algún tipo de enfermedad.
  • Si bien es cierto que en su gran mayoría se relaciona de forma íntima con la depresión, también puede manifestarse a raíz de una esquizofrenia o de demencias como el Alzheimer.
  • Todos, en menor medida, hemos experimentado anhedonia alguna vez: falta de interés por las relaciones sociales, por la comida, por comunicarnos…
  • El verdadero problema llega cuando la anhedonia levanta un muro a nuestro alrededor, y nos quita todo atisbo de humanidad: no sentimos nada ante las expresiones de cariño, no necesitamos a nadie a nuestro lado y ningún estímulo nos produce placer, ni la comida, ni la música… nada.
Si elegimos dejar de sentir para no sufrir, no estaremos protegiéndonos de nada. Estaremos cerrando las puertas a la vida, seremos almas que van deshilachándose poco a poco…

La anhedonia a nivel cerebral

Esta baja receptividad ante los estímulos exteriores, tiene su claro reflejo en un cerebro deprimido. Es importante que tengamos en cuenta qué tipo de procesos se desencadenan en nuestro interior cuando experimentamos anhedonia:
  • De volverse crónico este estado y alargar en el tiempo dichos procesos depresivos, nuestras estructuras cerebrales sufren cambios, y éstos, afectan a nuestros juicios, pensamientos y emociones.
  • El lóbulo frontal, relacionado con la toma de decisiones, se reduce.
  • Los ganglios basales, relacionados con el movimiento, quedan afectados hasta tal punto que incluso el levantarnos de la cama supone un gran esfuerzo.
  • El hipocampo, relacionado con las emociones y la memoria, también pierde volumen. Es habitual que tengamos fallos del recuerdo, que suframos indefensión, que nos obsesionen los pensamientos negativos.
A menudo se conoce a la depresión como la enfermedad de la tristeza. Pero en realidad, es algo que va más allá, es la cárcel de un cerebro emocional que no encuentra respuestas a los vacíos de la vida, a la decepción, a la pérdida de la ilusión.

Estrategias para afrontar la anhedonia y la depresión

La depresión no se “cura”, no se afronta de un día para otro. Requiere múltiples enfoques, dependiendo como siempre de la realidad de cada persona. Los fármacos, las terapias, el apoyo familiar y ante todo los propios recursos que uno pueda llegar a desplegar son elementos clave.
No obstante, por nuestra parte te invitamos a reflexionar en estos aspectos:
No sentir para no sufrir, no es un mecanismo adecuado con el que vivir. Te permitirá “sobrevivir” pero estando vacío/a por dentro. No te permitas ser un cautivo eterno del sufrimiento.
Si hay algo positivo que podemos sacar de la anhedonia, es que has dejado a un lado la capacidad de sentir. Ahora que estás “anestesiado/a” al dolor, es el momento de preguntarte qué NECESITAS.
  • ¿Necesitas que la tranquilidad y la felicidad vuelva a tu vida? Vuelve a ilusionarte en ti mismo/a.
  • ¿Necesitas dejar de ser prisionero del pasado? Haz un cambio hacia delante.
  • ¿Necesitas dejar de sufrir? Atrévete a vivir de nuevo, abre las puertas de tu corazón, permítete ser feliz otra vez.
Piensa en estos aspectos durante unos momentos y recuerda siempre que vivir, es SENTIR en toda su intensidad. Ya sea en su lado positivo, como en el negativo.

Fuente:
Valeria Sabater

Paz interior

El mejor estado de la vida no es estar enamorados, es estar tranquilos

Con el tiempo, solemos descubrir que el mejor estado de la vida no es estar enamorados, sino estar tranquilos. Solo cuando una persona logra hallar ese equilibrio interior donde nada sobra y nada falta, es cuando se siente más plena que nunca. El amor puede aparecer entonces si así lo quiere, aunque no es una necesidad obligada.

Resulta curioso como la mayoría de las personas seguimos teniendo como principal objetivo hallar a nuestra pareja perfecta. Cada vez disponemos de más aplicaciones en nuestros dispositivos móviles para facilitarnos esas búsquedas. Tampoco faltan los clásicos programas de televisión en horario de máxima audiencia orientados para el mismo fin. Buscamos y buscamos en este vasto océano sin haber hecho antes un viaje imprescindible: el del autoconocimiento.

chica con florEl hecho de no haber realizado esta necesitada peregrinación por nuestro interior ahondando en vacíos y necesidades, hace que a veces acabemos eligiendo compañeros de viaje poco acertados. Relaciones efímeras que quedan inscritas en la soledad de nuestras almohadas, tan llenas ya de sueños rotos y lágrimas sofocadas. Tanto es así que son muchas las personas que pasan gran parte de su ciclo vital saltando de piedra en piedra, de corazón en corazón, almacenando decepciones, amarguras y tristes desencantos.

En medio de este escenario, tal y como dijo Graham Greene en su novela “El final del romance” solo tenemos dos opciones: mirar hacia atrás o mirar hacia delante. Si lo hacemos de la mano de la experiencia y la sabiduría tomaremos el camino correcto: el del interior. Ahí donde poner en orden el laberinto de nuestras emociones para encontrar el preciado equilibrio.

El mejor estado de la vida es estar tranquilos

La tranquilidad no es ni mucho menos ausencia de emociones. Tampoco implica renuncia alguna al amor o a esa pasión que nos dignifica, esa que nos da alas y también raíces. La persona tranquila no evita ninguna de estas dimensiones, pero las ve desde esa perspectiva donde uno sabe muy bien dónde están los límites, dónde esa templanza que como un faro en la noche alumbra nuestra paz interior.

Fuente: lamenteesmaravillosa

lunes, 19 de diciembre de 2016

Como Afrontar...

El valor de iniciar el cambio


Una tormenta terrible. El viento azota el océano y remueve sus olas convirtiéndolas en crestas amenazantes salpicadas de espuma de mar. Pero debemos ser fuertes, levantar nuestras velas y agarrar con fuerza el timón de nuestra pequeña embarcación para adaptarnos a esos movimientos. Si nos quedamos quietos presas del pánico, seguramente nos hundiremos…

Lo sabemos, los cambios cuestan. Los cambios duelen, pero son necesarios para nuestra evolución como personas con el fin de encontrar no solo la felicidad, sino el sosiego y nuestra propia integridad. Resulta curioso por ejemplo que en la cultura oriental la palabra “cambio” se represente con dos ideogramas que a su vez ilustran dos términos: “peligro” y “oportunidad”. Realmente significativo.

LA NECESIDAD DE AFRONTAMIENTO

¿Por qué los cambios nos producen miedo o incertidumbre? Pongamos un ejemplo. Debes cambiar tu residencia para encontrar trabajo o, simplemente, uno mejor. El miedo a no saber si va a ser lo acertado y si el coste emocional y personal va a valer la pena, es sin duda el principal temor hacia ese paso determinante que habrá de cambiar nuestra vida.

Otro ejemplo. Llevas varios años de relación con una persona, y sientes que no eres feliz. Que no es tu lugar y que cada día que pasa te ves a ti mismo más oprimido/a. Pero sin embargo, temes dejar a dicha persona porque al mismo tiempo no sabes cómo enfrentarte a esa nueva vida en soledad, no sabes tampoco cómo se lo puede tomar tu pareja. Todo cambio genera incertidumbre y temor, tenemos la sensación de que durante un momento, “vamos a perder el control de nuestra vida”. Y pocas cosas pueden llegar a ser más angustiantes…

Sin saber cómo, las personas caemos en una realidad donde “lo que nos es conocido nos tranquiliza porque sabemos cómo debemos actuar”. Es decir, estamos en una especie de zona de confort donde a pesar de no ser plenamente felices en esta burbuja, lo que se haya fuera parece amenazante.
Todo cambio implica una gran dosis de valor personal. Nos obliga a adaptarnos a las nuevas condiciones del entorno, ahí donde hemos de invertir buena parte de nuestro esfuerzo emocional y físico, a la vez que arriesgar nuestro bienestar y seguridad.


LA VALENTÍA PERSONAL

Para ser capaces de iniciar o embarcarnos en ese cambio que tanto deseamos pero que no nos atrevemos a propiciar, necesitamos en primer lugar ser realistas y conscientes de nuestra situación. ¿Cómo te sientes en estos momentos? ¿Crees que estás realizado/a personalmente? ¿Estás en una realidad que de verdad deseas, con las personas que deseas? Cuando te miras al espejo ¿puedes decirte a ti mismo/a que eres feliz? Es verdad que pueden ser unas cuestiones muy determinantes, pero ahí está quizá la naturaleza de la cuestión a indagar, ahí estará tal vez la necesidad de cambio en algún aspecto de nuestra vida. Sea grande o pequeño.

El cambio es parte de la vida y no un obstáculo insalvable que alguien pone a propósito en nuestro camino. Debemos ante todo dejar a un lado todas esas ideas negativas y posibles anticipaciones, que, seguramente, aún pondrán más espinas en nuestro sendero hacia el cambio. Porque todo miedo, es el filo de una tijera a punto de cortar nuestras alas. Y todos tenemos derecho a volar…

Lo principal es ir exponiéndonos poco a poco a determinadas situaciones, ahí donde podamos ir desarrollando estrategias de afrontamiento para salir hacia adelante, e ir aprendiendo al mismo tiempo. Porque si no nos arriesgamos no alcanzaremos nunca las aptitudes necesarias para ser valientes. Para arriesgar y tener el control de nuestras propias vidas.
Perder el miedo es apostar por la felicidad. Y seguro que también tú deseas alcanzarla.
Valeria Sabater