La gama de las fobias
es muy amplia, pero más allá de las fobias más conocidas y comunes como
la claustrofobia o la xenofobia existen otros miedos que están
relacionados con el género de la persona y su sexualidad. Realmente el
número de fobias sexuales es verdaderamente grande y es que la
sexualidad ha sido siempre un foco de tensión para las personas. En
ciertas ocasiones la disfunción eréctil, la eyaculación precoz o la anorgasmia en las mujeres tiene en su base un miedo oculto.
Una de las fobias más generalizadas es la coitofobia o genofobia:
el miedo a mantener relaciones sexuales. En los hombres normalmente se
presentan problemas para mantener la erección mientras que en las
féminas se muestran dificultades para alcanzar el orgasmo. Este miedo
hace que las personas experimenten una gran ansiedad pues les preocupa
fallar de alguna manera en su desempeño sexual. Algunos tienen miedo de
sus impulsos sexuales o de perder el control durante el acto sexual
(algo que es considerado como una falta de autocontrol imperdonable).
Otros simplemente perciben la idea de tener relaciones sexuales como
algo desagradable o detestable.
¿De dónde proviene este miedo? Como puede presuponerse las causas son
múltiples, las más comunes suelen ser: 1. un trauma sexual vinculado con
una violación o un abuso sexual, fundamentalmente en las edades
tempranas; 2. haber sido testigo de un acto sexual que haya resultado
impactante para la persona, ya sea en su vida real o en un filme y, 3.
haber sufrido vaginismo en algún momento de la vida, por lo cual la
relación sexual se hizo dolorosa y se estableció un vínculo inadecuado
entre el dolor y el sexo. Otras causas pueden ser: la ausencia de
sentimientos de amor y cariño hacia la pareja, la experimentación de
culpas propiciadas por una educación cultural o religiosa demasiado
estricta, perversiones sexuales de parejas anteriores e incluso, muy al
contrario de lo que pueda pensarse: haber sostenido una vida sexual muy
activa y promiscua.
En estrecha relación con las causas de la coitofobia, puede hablarse de la agrafobia,
o sea, el miedo a ser víctimas de un abuso sexual. Esta fobia
usualmente se presenta en aquellas personas que han sido violadas con
anterioridad o en quienes han visto actos sexuales violentos, incluso en
un filme.
También puede encontrarse la erotofobia, que sería el
miedo a los temas relacionados con la sexualidad, a las preguntas de
índole sexual y en general a todo aquello que pueda relacionarse con el
erotismo. Es poco probable que los erotofóbicos hablen de sexo y suelen
tener reacciones negativas con respecto al material sexualmente
explícito. Por supuesto, esto conduce a que mantengan relaciones
sexuales con menor frecuencia y que tengan menos compañeros
sentimentales a lo largo de sus vidas. Algunas investigaciones han
demostrado una correlación entre puntajes elevados en la erotofobia y un
uso menos consistente de anticonceptivos, fundamentalmente debido a que
existe un desconocimiento general sobre la sexualidad humana.
Siguiendo esta misma línea que relaciona el sexo y el amor se halla la filofobia,
más conocida como el miedo al amor, a enamorarse o a estar enamorado.
Se trata de una condición que afecta profundamente la vida de quienes la
padecen ya que estas personas no desean enamorarse. El origen del
trastorno suele estar en traumas infantiles que degeneraron en complejos
de inferioridad y que estaban relacionados con la familia o con el
entorno afectivo. Quines padecen esta fobia suelen adoptar los
siguientes comportamientos: eligen relaciones imposibles donde nunca
podrán enamorarse, escogen hombres o mujeres que terminarán dejándolos
para así evitar el enamoramiento y escapann de alguien que se haya
enamorado de ellos buscándole defectos inexistentes. En sintonía con el
miedo romántico, se devela la existencia de otra fobia, filematofobia: el pavor por los besos y la negación a ser besados.
Fobias sexuales: Cuando el miedo a la intimidad es excesivo
También pueden hallarse personas que temen a los juegos amorosos, a este miedo se le denomina: sarmasofobia o malaxofobia.
El término sarmasofobia proviene de "Sarmatia", una antigua región
próxima al Mar Muerto de la cual descendían las legendarias amazonas que
según la leyenda tenían aversión al contacto con los hombres.
Un tanto desligada de la relación sexual propiamente dicha pero siempre relacionada con el género, se presenta la gimnofobia, nudofobia
o miedo a la desnudez. Quienes padecen esta fobia temen, tanto ser
vistos desnudos como ver a otras personas desnudas, aún en aquellas
situaciones donde la desnudez es socialmente aceptable. Los gimnofóbicos
pueden experimentar miedo o ansiedad frente a todos o, por el
contrario, sólo frente a ciertas personas en particular. Una causa
posible de esta fobia es el sentimiento de inferioridad con respecto al
propio cuerpo, en especial debido a que se compara con las imágenes
mostradas en los medios que idealizan la belleza humana al punto de que
las imperfecciones naturales llegan a ser vivenciadas como un
padecimiento.
Por otra parte, existen personas que le temen a los hombres, en este caso nos referimos a la androfobia,
el miedo a los hombres. Se trata de una aversión hacia las personas de
sexo masculino, probablemente causado por un evento traumático sufrido
en la edad temprana, ya sea con un hombre o con un niño. Quienes padecen
esta fobia experimentan gran ansiedad, incluso cuando se den cuenta de
que las otras personas no representen una amenaza real.
Finalmente, apunto que otras personas sufren de onirogmofobia, miedo a los sueños húmedos y parafobia, el miedo a tener una perversión sexual.
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