viernes, 29 de noviembre de 2013

Princesas Disney. El Braguetazo



Princesas Disney. El Braguetazo

Las princesas Disney son uno de los iconos culturales del siglo XX. Forman parte del imaginario colectivo y representan los diferentes tipos de mujer que el cine ha querido retratar. Al margen de que su objetivo final siempre haya sido el de encontrar marido, sus aspiraciones, necesidades y decisiones han evolucionado durante los 76 años que Disney ha necesitado para llegar a ‘Frozen’, de estreno este mismo viernes.
Disney siempre se ha caracterizado por sus valores conservadores y comerciales, pues no hay que olvidar que su intención es la de construir un imperio económico basado en los sueños y anhelos de las niñas preadolescentes. Pero la construcción de sus personajes es a menudo delicada y sutil, y por tanto da lugar a miles de lecturas y mensajes escondidos tras las canciones, la magia y los cambios de peinado.

“Jo, en este bosque nadie se dará cuenta de lo guapísima que soy”
El papel de la mujer en el siglo pasado puede dibujarse (¡dibujarse!) a través de los diferentes perfiles que Disney ha creado para contar sus historias. Hollywood ha reinterpretado estos mitos una y otra vez, y el público de todo el mundo ha esperado que su vida le traiga emociones fuertes con la misma facilidad y con el mínimo esfuerzo.
En esta primera parte presentaré el contraste entre las heroínas clásicas (y vagas) y el nuevo modelo de Princesa Disney que lideró la espectacular reinvención del estudio en los 90, sin renunciar a sus valores insignia.
Blancanieves (1937)
El vestido más famoso (y menos favorecedor) de la historia del cine es el mayor icono con el que contaba la pobre Blancanieves. Su único problema es que era demasiado guapa, algo que por supuesto su madrastra no podía soportar. ‘Blancanieves y los Siete Enanitos’ es una historia sobre la irracional envidia femenina y cómo una mujer guapa lo tendrá todo mucho más fácil en esta vida ya que siempre habrá hordas de hombres feísimos dispuestos a ayudarla.
“Ay qué bien, ya no me hará falta andar nunca más”
Los siete enanitos representan la primera pandilla de pagafantas de la historia del cine, y Blancanieves es un ejemplo de belleza plana, ingenua y dependiente. El mito de Eva comiendo la manzana es reinterpretado para adaptarse a la América de la Depresión: el diablo es ahora una vieja amargada y envidiosa y la mujer pecadora no tiene ni idea de lo que está haciendo, pero no le queda más remedio que esperar dormida a que el hombre solucione la metedura de pata que ha cometido y se case con ella para compensarla, a pesar de que no la conoce de nada.
Pero claro, es guapísima, ¿qué más se le puede pedir a una mujer?
Cenicienta (1950)
La nueva década trajo consigo este retrato disneyano de la lucha de clases. Cenicienta es una chachorra que se pasa el día limpiando y cagándose en sus hermanas y a la que por supuesto ni se le pasa por la cabeza irse de casa y buscar trabajo como secretaria. Es mucho más cómodo quedarse en casa fregando el suelo a la espera de que algún millonario se dé cuenta de lo guapa que eres.
“Joder soy la única princesa disney que madruga”
Este cuento de hadas no es más que la crónica del braguetazo definitivo. A Cenicienta la basta ponerse unos zapatos preciosos y un vestido de imitación para conseguir que el Príncipe, cuyo mayor problema es que todas las mujeres del mundo se lo quieren tirar, se enamore de ella durante una canción. Si la humanidad dependiera de Disney, la mujer no habría evolucionado desde las cavernas. Por supuesto el Príncipe sacará a Cenicienta de la calle, ¿pero cuánto tardará en echarle en cara que no era nadie cuando le conoció?

 
“ — ¡No te vayas!
– Perdona, es que soy una puta mentirosa”
Cabe destacar además que Cenicienta tampoco trabaja tanto, ya que le endosa las tareas  del hogar más chungas un grupo de ratones pagafantas que no son capaces de callarse ni fregando los platos. La película contribuyó a hundir la vida de todas las mujeres del mundo que se casaban con hombres viudos y con hijos, pues en pleno siglo XXI seguimos asociando la palabra “madrastra” a “tirana frígida explotadora”.
Prueba gráfica de que Cenicienta era esquizofrénica.
Sus dos hermanastras, Griselda y Anastasia, perpetúan el mito de que las mujeres con el culo gordo dedicarán su vida a odiar e intentar destruir a las mujeres guapas.
Aurora (1959)
No se puede ser más vaga que esta mujer. La película Disney más republicana de todas retrata a una princesa que literalmente no hace nada con su vida (las dos anteriores al menos se pasaban el día limpiando y quejándose) y que cuando llega el momento de asumir sus responsabilidades políticas prefiere pasar total y ponerse a dormir.
 
“ – Despierta cariño.
- ¿¡Qué!? ¿Ya es mediodía?
Afortunadamente, ese completo desconocido que intentó meterle mano en el bosque ha resultado no ser un psicópata, sino un príncipe machote que estará dispuesto a matar dragones para despertarla (al parecer ponerse el despertador no era una opción para Aurora). Tras un beso de amor verdadero, el Príncipe una vez más soluciona el marrón en el que se metió la princesa por tonta y por estar tan aburrida que se puso a toquetear ruecas (nótese que en ningún momento se le ocurre limpiarla).
 
“Como grites te rajo”
Y nada, tras varios años de siesta Aurora ya está preparada para dirigir un país entero. Al menos Cenicienta venía desde abajo y era de pueblo llano, y todos sabemos que durante ese baile tuvo que calentar al Príncipe lo suficiente como para que se pasase meses buscándola, pero Aurora no sabe hacer absolutamente nada excepto ser guapísima y poner cara de sorpresa todo el rato.
Uno de los grandes valores de ‘La Bella Durmiente’ es introducir el concepto de “princesa con pelazo” que tantísimos sueños y frustraciones ha creado a lo largo de los años.
Ariel (1989) 
Treinta años se pasó Disney sin contar historias de princesas, ya que no encajaban en el cine transgresor, cínico y taciturno de los 60, 70 y 80. Pero el mundo había cambiado y ‘La Sirenita’ reinventó los conflictos de las heorínas Disney para siempre: se introdujo en la ecuación el factor SEXO. ¿Para qué quería Ariel un par de piernas? Para abrirlas. El despertar sexual adolescente fue retratado a través de canciones sensacionales, amigos homosexuales (¿es Ariel la primera mariliendres de Disney?) y un pelazo con vida propia que todos pensaríamos que es teñido si no fuera porque ya sabemos los estragos que causa el agua salada en las mechas.
A ver si en tierra firme se te mueve igual el pelo, lista. 
Ariel necesita tres segundos para enamorarse de Eric, su barco y su castillo. Estamos ante el cuarto Príncipe que no abre la boca en toda la película, y un nuevo braguetazo que nos obstante esta vez va más allá.
Para empezar es Ariel quien le salva la vida a Eric, tras lo cual se convierte en la quintaesencia de la adolescente incomprendida, en uno de los conflictos más conseguidos que he visto en una película. Su padre (descomunal e incomprensiblemente musculoso) no es capaz de entender el despertar sexual de su hija, e intenta protegerla de que a cambio de conseguir el amor, ella pierda su voz. No. Puede. Ser. Más. Magistral.
Y aquí es donde entra Úrsula. Disney ya había utilizado travestis antes (Maléfica, Cruela DeVil), pero esta pulpa excesiva, arrolladora y obesa mórbida fue más allá al utilizar los anhelos de Ariel para destruirla, y todo bajo una propuesta muy simple: ¿para qué quieres hablar, si eres guapísima?
Y efectivamente Ariel consigue seducir a Eric poniendo esta cara:

“No llevo bragas”
Y el final de ‘La Sirenita’ es un cuento de emancipación, pues las piernas de Ariel acaban sirviéndole para salir por patas de su casa e irse a vivir aventuras y a vivir del cuento el resto de su vida. Ella ya era una Princesa bajo el mar, así que está perfectamente cualificada para pasarse el día siendo fabulosa, peinándose y poniéndose flores en el pelo.
Bella (1991)
Disney tardó 91 años en crear una heroína del siglo XX a través de esta pueblerina con ambiciones, que no sólo era más lista que el resto del pueblo (y ya se encargaba ella de dejárselo claro a todos cada vez que hablaba con ellos con una condescendencia sin precedentes en Disney), sino que se pasaba el día leyendo. Por supuesto esta tampoco se planteaba en ningún momento ponerse a buscar trabajo en la panadería del pueblo, porque sabía que era demasiado lista para trabajar en el sector servicios.
 “ – Dicen que es lesbiana.
- Os estoy oyendo, zorras.”
La actitud del pueblo hacia Bella es todo un acierto: eres rara porque lees, pero como eres mona nos caes bien. Por si acaso no nos ha quedado claro que Bella es una mujer excepcional, ahí están las tres zorras de la taberna para hacer efecto contraste: Bella podría haber sido una de ellas, pero prefirió quedarse en casa haciendo gachas con el chiflado de su padre.
En la biblioteca, Bella lee un libro que cuenta exactamente lo que va a pasarle. Y estoy seguro que también lee las escrituras del castillo, porque no hay quién se crea que la familia real viviese en un castillo en las afueras del pueblo y nadie se preguntase qué pasó con el Príncipe que vivía ahí hasta hacía 10 años. Bella, que es más lista que el hambre, lo entiende todo y manda a su padre como señuelo. En cuanto ve el cuadro y la rosa, Bella se da cuenta que esta es su oportunidad para dar un braguetazo y pasarse la vida leyendo libros.
Solo eso explica que durante el bufet libre de Qué Festín la muy pájara no pruebe ni un solo bocado, porque sabe que lo más importante de su plan es conseguir entrar en ese vestido dorado que ya ha visto dentro del armario nada más llegar a Palacio.
“Me he amputado cuatro costillas antes de venir”
El resto es historia. Bella espera hasta el último segundo para romper el hechizo, y conseguir así que el Príncipe se pase toda la vida en deuda con ella. El Príncipe, por cierto, es algo más blando que los anteriores, aunque mucho más construido como personaje. Aunque Bella debería saber que si tu novio tiene el pelo más sedoso que tú, la relación no va a funcionar.
Lo que siempre me ha atraído mucho de ‘La Bella y la Bestia’ son sus consecuencias. ¿Os imagináis qué tipo de reina sería Bella, ahora que sus súbditos son ese pueblo de hijos de puta que casi la mandan a la hoguera por culpa de su estupidez y su paranoia colectiva? Desde luego Lefou no iba a levantar cabeza, sobre todo después de que el amor de su vida (Gastón) desapareciera en extrañas circunstancias.
Se me ocurren peores planes que casarte con Gastón. 
En 1992, Yasmin lo cambiaría todo al convertirse en la primera princesa Disney que ya tiene una vida de ensueño cuando empieza la película, pero está vacía por dentro. A partir de ella todas las heroínas de la factoría serían humildes, realistas y poco ambiciosas.
La adolescente de extrarradio ambiciosa y seductora no volvería a repetirse, aunque cazar marido siempre es la mayor prioridad.

por Juan Sanguino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario !