Los seres humanos somos una totalidad, alma,
cuerpo, lenguaje, mente, emociones. Las emociones influyen en nuestro cuerpo,
en nuestros gestos, en el tono de voz, en los pensamientos y en nuestras
acciones.
Podemos pasar en el día por varias
y distintas emociones. Pueden ser tristeza, enfado, alegría, entusiasmo,
odio, amor, dependiendo de las situaciones que vayamos viviendo, dependiendo
de los hechos que vayan apareciendo en nuestro día.
Las emociones cambian nuestra forma de expresarnos, de caminar, nuestra forma de ver la vida y también nos
permiten avanzar o paralizarnos. Por ejemplo, si estamos tristes, el cuerpo
va a tender a inclinarse hacia adelante, caminar más despacio, los párpados
estarán más caídos, nuestra mirada será triste, nuestra forma de expresarnos
estará teñida de esta emoción y la voluntad será muy escasa. En cambio, si
estamos alegres, vamos a estar más enérgicos, nos expresamos de manera
positiva, más entusiasta, y la calidad de nuestra vida mejora.
Explorar nuestras emociones nos permite ver cuáles son las que nos
obstaculizan y cuáles no. Sentir emociones es parte de la condición humana.
Lo importante es tener presente qué hacemos con esas emociones, qué actitud
tenemos frente a la vida, cómo nos dirigimos hacia los demás y ver qué
podemos modificar para mejorar nuestra relación con nosotros mismos y los
demás. Muchas veces podemos identificar las emociones que nos hacen mal y
otras veces por estar tan inmersos en ella no la podemos identificar y
necesitamos de la ayuda de un profesional.
La libertad de ser uno mismo con responsabilidad, va a originar como
consecuencia el desarrollo de la seguridad interna, la elección consciente,
sabiendo que cada acto tiene consecuencias y el aprendizaje para llegar a la
madurez emocional.
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