jueves, 2 de enero de 2014

Feromonas y deseo sexual: ¿mito o realidad?

Feromonas y deseo sexual: ¿mito o realidad?

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Hace medio siglo se descubrían las feromonas en los animales: son formas de comunicarse no verbalmente, transmitiendo señales químicas a través del aire. Su propósito suele estar relacionado con el apareamiento y la defensa del territorio. Si bien también se habla de las feromonas en los seres humanos, poco se sabe al respecto, por lo que cabe preguntarse si es verdadera la relación entre las feromonas y el deseo sexual. Veamos esto en detalle.

La historia de las feromonas

En 1959, Peter Karlson y Martin Lüscher propusieron la palabra feromona en relación a un cóctel químico que emitían los animales para comunicarse entre los de su misma especie. Ese mismo año se descubrió la primera feromona.
A partir de ese momento, se han identificado diferentes feromonas en los animales, las plantas e incluso las bacterias, pero aún no se saben muchas cosas sobre las mismas, y ni siquiera está verdaderamente claro el hecho de que funcionen en los seres humanos.
Hay feromonas sexuales, claro que sí, pero también hay otras como la feromona de lucha o la de colaboración.

Feromonas-y-deseo-sexual-mito-o-realidad-2.jpg Fuse/Thinkstock

El mito de la feromona

Si bien queda un largo camino por recorrer en cuanto al tema de las feromonas, si buscamos esta palabra en Internet probablemente nos encontremos con un montón de resultados que, básicamente, nos hablan del atractivo sexual y el deseo.
En general, lo que se busca es vender una feromona “liberadora”, una feromona primaria que busca una respuesta fisiológica en el otro, por ejemplo, la atracción. Pero lo cierto es que aún no se conoce ninguna de estas feromonas.
Sin embargo, sí que se han hechos estudios sobre los efectos de las feromonas en los seres humanos, como por ejemplo que algunos compuestos en los extractos de la axila de una mujer pueden llevar a que otras mujeres de su ambiente sincronicen sus ciclos menstruales; o que las mujeres pueden oler las intenciones sexuales de un hombre. Pero sigue sin poderse encontrar nigún tipo de producto químico considerado feromona.
Algunos científicos creen que no tenemos feromonas, sino que nos basamos en actitudes sociales y señales visuales, que son mucho más importantes y enriquecedoras que una señal química.
Los primates, al ganar la visión en color, perdieron los genes del llamado órgano vomeronasal, encargado de detectar las feromonas. Sin embargo, esto no quiere decir nada, ya que los ratones utilizan este órgano pero también pueden ser receptores de las feromonas por otros medios. Aunque esta claro que el ser humano es mucho más visual que olfativo.
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El papel del olfato en el deseo sexual

Por otra parte, si bien no hay una feromona identificada como tal, los científicos creen que el olfato tiene un papel imprescindible en la atracción sexual. Por ello, se podría decir que hay comunicación a nivel inconsciente que nos lleva a elegir a nuestras parejas sexuales.
Independientemente de las feromonas, estas señales sutiles olfativas nos llevan a elegir a nuestras parejas sexuales: cada uno de nosotros tenemos un olor relacionado con el complejo mayor de histocompatibilidad –un conjunto de genes del sistema inumnológico–. Los diferentes MHC pueden llevar a una variedad de sistemas inmunes, y por lo tanto una mejor descendencia.
Al fin y al cabo, parece que la relación entre feromonas y el deseo sexual es un mito, sin embargo, sí es cierto que el olor corporal cumple un factor importante a la hora de elegir pareja. ¿Qué piensas tú al respecto? ¿Crees que la atracción sexual solo depende de eso?

Fuente:ojo cientifico

1 comentario:

  1. Un artículo muy interesante; soy estudiante de psicología, y en la asignatura de psicobiología hablamos sobre el tema de las feromonas. Según determinados estudios, parece que en los humanos están presentes las feromonas, porque se llevaron a cabo diversas pruebas, como por ejemplo, dar a oler a varones pañuelos impregnados con sudor de mujeres, enmascarado con zumo de limón, y les resultaba más agradable el olor de aquellos pañuelos impregnados con sudor de la etapa de ovulación de la mujer, en comparación con pañuelos que habían bañado sólo con limón, o con sudor de otras etapas del ciclo menstrual.

    Es un campo muy interesante para estudiar. Explicaría en parte por qué nos atrae más una persona que otra, siendo las dos aparentemente iguales, teniendo en cuenta, claro está, que entran en juego otros factores.

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