¿Todavía no tienes pareja? Ordena tu casa y la encontrarás
Las mujeres son más estrictas: casi un 67% descartaría a una persona si su apartamento está hecho un desastre, especialmente si hablamos de una habitación con la ropa regada por todas partes, un baño impracticable o una cocina imposible (nunca, bajo ningún concepto, dejes los platos amontonados en el fregadero).
Los hombres, por su parte, son más flexibles: sólo el 36% no le daría una segunda oportunidad a una chica desastrada. Pero no todo está perdido: un 83,9% de los españoles tendría la decencia de limpiar antes de una cena romántica.
Si perteneces a ese afortunado grupo, te interesa saber que lo más valorado es una habitación ordenada, un baño brillante y una cocina impoluta. Nota mental: antes de proponerle a alguien que pase a conocer tu apartamento pon el lavavajillas, recoge el baño y cambia las sábanas (hoy, una lavadora cabe en cualquier hueco y con las que incorporan el secado no hay excusa que valga).
El asunto del orden no es superficial. El rechazo a una persona cuya casa parece una leonera va más allá de la primera vez. Para el 79% de los encuestados sería un problema de convivencia que su pareja no quisiera compartir las tareas domésticas. Esto se debe, en opinión del psicólogo y sexólogo José Bustamante, autor de ¿En qué piensan los hombres? (Paidós), a que asociamos el desorden al caos emocional, a la falta de cuidado personal e, incluso, a la suciedad.
El DESORDEN SE ASOCIA A DESCONFIANZA
"El desorden se asocia a desconfianza e impulsividad. Cuando conocemos a alguien buscamos de manera inconsciente señales que nos ayuden a predecir si es de fiar. Cómo se viste, su olor, la música que escucha, el orden en su casa y la limpieza pueden ser determinantes en querer o no conocerlo a fondo", explica Bustamante.
El experto da un paso más: la logística del hogar es uno de los problemas más frecuente en las parejas estables, hasta el punto de poder hacer saltar por los aires la convivencia. "Es como una gota constante. Cada día hay cosas que hacer en casa: ponemos la lavadora, limpiamos y ensuciamos, nos duchamos, hacemos la cama… Este sin fin de tareas nos roban tiempo de descanso y ocio, y ponen encima de la mesa las diferencias que cada uno tenemos sobre los niveles tolerables de caos doméstico, así como la manera en la que nos hemos educado al respecto", apunta.
EVITA LAS DISCUSIONES
Compartir un espacio íntimo y las tareas poco agradables es una fuente inagotable de discusiones. "Si convivimos, ambos tenemos la responsabilidad de mantener la casa limpia y ordenada, pero también tenemos la misma legitimidad a la hora de aportar el criterio sobre lo que es sensato o no para poder vivir en común. Hay personas muy ordenadas que manifiestan abiertamente que les cuesta dejarse llevar por los caminos de la pasión cuando no se sienten en un entorno limpio", concluye el experto. Ya sabes: lo limpio siempre es más sexy.
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