CADA 3 MINUTOS SE
ROMPE UNA PAREJA
Las rupturas familiares se están
convirtiendo en algo más habitual de lo pensamos. En las últimas estadísticas
señalan que se producen, solo en nuestro país, una ruptura de pareja cada 3
minutos. Algo sorprendente, dadas las implicaciones no solo a nivel de
relaciones interpersonales, si no también familiares, sociales, económicas y
judiciales que conlleva el romper con la pareja.
El proceso de cambios que
conlleva la ruptura, implica una nueva reestructuración familiar y personal, no
solo a nivel pareja, hijos, padres y familia, si no también dar una nueva definición
y configuración de los roles que antes se ocupaban para conseguir un nuevo
equilibrio después del cambio.
Los hijos tienen que
encontrar una nueva posición tras una separación, lo que les resulta
complicado si se les hace participes del conflicto. Establecer el vinculo con
los padres de forma diferente, ya es un proceso complicado para ellos, más
aun, si tienen que tomar partido en las decisiones tras la ruptura de sus
padres tomando partido por uno u otro o cambiando su estilo de vida o entorno.
Varios estudios recientes
señalan, que lo que mas influyen la adaptación de los niños al proceso de
ruptura o separación, es la respuesta de los padres al estrés, más que el estrés
en sí mismo. Todo esto dependerá del tipo de cambio de vivencia personal, el
grado de conflictos, el nivel de desarrollo de los niños, edad, las
capacidades personales y los recursos de adaptación ante los cambios.
A lo largo de este proceso,
los niños experimentan ansiedad, temor ante la sensación de abandono expresándolo
en síntomas como las pesadillas, problemas escolares, baja autoestima,
problemas de alimentación, inquietud, miedos, lloros, problemas de conducta…
Potenciar la protección de
los más pequeños en este proceso de cambio es vital para un correcto
desarrollo y futuro como personas a la hora de tomar decisiones tras la
ruptura de pareja.
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